viernes, 30 de diciembre de 2016

1986-2016. Treinta Años del "Hombre Ardiendo"



"Burning man is Silicon Valley"
El autor de esta tajante y taxativa afirmación es Elon Musk, uno de los multimillonarios de Silicon Valley y presidente de Space X, la empresa que pretende llevar adelante nada menos que la colonización privada (sin intervención estatal) del planeta Marte en las próximas décadas. Así que si queremos saber qué es Silicon Valley la respuesta está en Burning Man; pero, entonces ¿qué es Burning Man?

El Festival del Hombre Ardiendo (Burning Man) tuvo un modesto origen en 1986 en Baker Beach, en la costa californiana, cuando un grupo de amigos decidió coronar su jolgorio quemando una efigie con forma humana en la playa. Las trabas impuestas por la policía a este tipo de celebración llevó a los amigos a buscar un nuevo destino donde repetir la fiesta (cremación incluida) sin ser molestados, destino que hallaron varios kilómetros tierra adentro, en el lecho seco de un lago prehistórico en Black Rock, en el desierto de Nevada. Allí, por una semana, se juntaban para celebrar y quemar la famosa figura. Con los años más y más personas se sumaron a la celebración, a tal punto que nació una nueva localidad, Black Rock City, una "ciudad-campamento", donde miles de personas se congregaban por una semana levantando sus tiendas, con el compromiso (ecológico) de dejar el desierto intacto al terminar la fiesta. Lo que partió con un grupo de amigos reunió en 2010 a unas cincuenta mil personas y este año la cifra superó los setenta mil.

 Black Rock City es una ciudad muy especial, pero no sólo porque tenga vida una vez al año (en Septiembre). Todo el mundo está invitado a Burning Man, con tal que pague su entrada y acepte las normas del lugar. Lo más importante es participar: quienes asisten sólo a mirar no son bienvenidos. Y en Burning Man participar significa expresarse, o para usar un concepto más afín a su público, transformarse, adoptar modos no convencionales de expresar el ser, el yo. Así, algunos practican el nudismo, otros pintan sus cuerpos, muchos usan disfraces alucinantes; esta escenificación se da en medio de una generosa oferta de talleres de todo tipo, en particular de meditación o prácticas místico-espirituales, yoga, vida extraterrestre (como investigaciones sobre "reptilianos" y otras especies alienígenas en la tierra), instalaciones artísticas, viajes a otros mundos o experimentación sexual ("técnicas de masturbación tántrica", "masaje sexual sagrado", "fotografía genital" o sexo anal), entre otras yerbas. Por cierto, aunque se instala un puesto de policía durante el festival, las drogas circulan entre el público en un ambiente animado por las más diversas melodías, en especial música electrónica (los alemanes de Kraftwerk han tocado allí). La expresión libre del sexo queda también al arbitrio de los participantes: los que deseen pueden experimentar el sexo grupal (orgías), el intercambio de parejas o las formas de erotización que quieran. En suma, el ethos que anima a Burning Man es el de total libertad respecto al sexo y las drogas, junto a la invitación a los "burners" (asistentes) a "jugar".

También la construcción o puesta en escena hace de Black Rock City un lugar muy especial. La "ciudad" tiene forma de semicírculo y todas las calles coinciden en su centro, donde está instalado "The Man", la estatua de figura humana que ahora se eleva sobre los 12 metros y que es visible desde todos los puntos de la ciudad. Frente a ella se ubica la otra gran estructura que domina el paisaje: el Templo. Al termino del festival ambas estructuras serán quemadas, la primera en medio de la alegría de la muchedumbre, el Templo, por el contrario, en medio del recogimiento y el recuerdo de los parientes o amigos que han muerto. Sobra decir que estos espectáculos de multitudes reunidas en torno a grandes hogueras tienen fuertes reminiscencias de culturas paganas (cómo no pensar en las antiguas ceremonias celtas, o en los más modernos festivales nazis, por citar algunos ejemplos), muy a tono con el espíritu neo pagano, de tendencia New Age y New Edge, que anima a buena parte de los asistentes.

Un detalle no menor de toda esta historia es la composición de la población que celebra anualmente Burning Man. Si bien los "burners" proceden de todas partes de Estados Unidos y también del exterior (Black Rock City es una ciudad cosmopolita) los fundadores originales e "ideólogos" de esta fiesta son en su mayoría de la bahía de San Francisco y este es un dato no menor, porque ese fue el epicentro de la contracultura de los 60s, de la revolución de las flores de los hippies y del centro tecnológico de Silicon Valley. Precisamente la combinación de geeks, hackers y hippies que está detrás de la fundación de Silicon Valley es muy similar a la que dio origen a Burning Man. Pero las similitudes no se quedan ahí, la disposición liberal frente a las drogas y el sexo - tan manifiestas en Burning Man - así como el trasfondo semi pagano son recordatorios de lo mucho que debe Black Rock City a la tecnofilia y tecnopaganismo de San Francisco y en especial de Silicon Valley. Es cierto que no todos quienes viven y trabajan en Silicon Valley o en la industria tecnológica de California asisten a Burning Man o comparten las exóticas creencias o desinhibidas conductas que allí tienen lugar cada año, pero es muy revelador de la conexión entre ambos lugares el que muchos de los magnates, genios tecnológicos y trabajadores de Silicon Valley sí sean convencidos burners que en pequeña escala proyectan en su vida cotidiana el esoterismo o la libertad sexual y hacia las drogas que se expresan más abiertamente en Black Rock City. Que la feligresía de esta convocatoria haya crecido en treinta años desde un puñado de personas a más de setenta mil da una medida del éxito de Burning Man, que, dicho sea de paso, es además la matriz a partir de la cual nacerían en las últimas décadas una serie de festivales que replicaron en todo el mundo más o menos la misma fórmula: esoterismo, tecnología, sexo, drogas y música electrónica. Cuando asistimos al despliegue triunfal de la cibercultura y la nueva civilización digital auspiciada por los multimillonarios de Silicon Valley, la frase de Elon Musk resuena más certera que nunca: sí, Silicon Valley es Burning Man.


Crédito imagen:
https://www.fest300.com/magazine/Why-This-Years-Burning-Man-Was-So-Challenging

domingo, 13 de noviembre de 2016

Aubrey de Grey, ¿un Matusalén Transhumanista?




Una luenga barba, la clásica imagen de un profeta bíblico, es la estampa que ha hecho inconfundible a Aubrey de Grey en los medios. Ahora bien, la asociación es además mucho más llamativa si se es presidente de la Methuselah Foundation (Fundación Matusalén): de Grey bien podría pasar por un Matusalén postmoderno, en el sentido más literal de la expresión, como el lector comprobará en los próximos párrafos.

Nacido en Londres en 1963 (53 años), de Grey estudió en Cambridge (en el famoso Trinity College donde enseñara Newton), primero como ingeniero informático y más tarde como gerontólogo: una combinación extraña para muchos, pero que ha sido muy fructífera en su carrera profesional. Hoy por hoy de Grey goza de fama internacional, al menos en  la comunidad científica y entre aquellos que están familiarizados con el movimiento por la extensión de la vida humana (en Internet se puede ver su charla Ted de julio de 2005 que cuenta con más de tres millones de visitas). Para decirlo en forma muy sencilla, el movimiento por la extensión de la vida humana plantea que es científica y técnicamente factible, y moralmente justificado, extender la esperanza de vida de las personas por sobre los límites actuales (alrededor de los 85 años en los países desarrollados), hasta los 100 o 120 años o más. Pero ¿qué tanto más? En 2005 de Grey sostenía que con las terapias adecuadas una persona podría vivir siglos y aunque sus expectativas se han atenuado un poco en años recientes (se queja de que se avanzaría más rápido si hubiese más financiamiento) en una entrevista en abril de 2015 afirmaba que había un 80% de probabilidades de que la primera persona que alcance los mil años ya esté viva. En otra entrevista, consultado nuevamente sobre las chances de que podamos vivir mil años, el científico contestó: “I don’t know, but I’m working on it. It’s going to happen, it’s just a question of when. The work I do is simply speeding up the inevitable” (No sé, pero estoy trabajando en eso. Va a suceder, es sólo cuestión de cuándo. El trabajo que yo hago es simplemente acelerar lo inevitable). Ante tales planteamientos no sorprende para nada que la primera reacción de la comunidad científica haya sido de estupor y escepticismo, tomando distancia de lo que parecía una idea descabellada. Pero poco a poco algunos colegas se han mostrado más receptivos a su heterodoxa visión sobre el envejecimiento, al punto que en vez de loco hoy algunos lo consideren "visionario". ¿Qué hizo posible este cambio? de Grey tuvo la fortuna de ser "el hombre adecuado en el momento adecuado".

El transhumanismo es una ideología o filosofía que surge en el transcurso del siglo XX a partir de distintas corrientes sociales, políticas, científicas y culturales. El termino fue acuñado por el biólogo británico Julian Huxley en 1957 y se refería a la posibilidad de "trascender" la condición (biológica) humana, en lo que la mayoría de los transhumanistas actuales leen como la creación de una nueva especie humana - una suerte de humanidad 2.0 por así decirlo - teniendo presente que el avance tecnológico (nanotecnología, inteligencia artificial, supercomputadores) hace mucho más probable que los humanos logren potenciar o superar (upgrade) su realidad biológica histórica. El transhumanismo hecho raíces en California en los años 1980s y ello explica que Silicon Valley, la Meca del progreso tecnológico, deviniera en la Tierra Prometida de los transhumanistas, de hecho buena parte de los magnates de Silicon Valley son transhumanistas o apoyan esas organizaciones.

En esta atmósfera de fe ciega en las posibilidades que ofrece la tecnología para potenciar la vida humana, el proyecto de Aubrey de Grey sobre terapias que permiten extender la vida a edades hasta ahora inconcebibles ciertamente halló oídos receptivos y billeteras igualmente dispuestas a desembolsar los recursos necesarios para alcanzar la meta de una larga y saludable vida. Aubrey de Grey logró materializar su proyecto porque encontró en Silicon Valley  el respaldo financiero, cultural y social que no hubiese sido posible en ningún otro lugar del mundo (Peter Thiel está entre sus principales financistas). O como dice de Grey refiriéndose a Silicon valley, "allí es donde está la gente que quiere cambiar el mundo". Pero la alianza con Silicon Valley  abrió otras dificultades para de Grey. Después de todo los multimillonarios no se andan con chicas, para ellos 120 años es muy poco, el premio de verdad es vivir siglos o milenios. Tarde o temprano Aubrey de Grey iba a ver asociado su nombre con la idea de "inmortalidad", un concepto que lo ha perseguido en los últimos años y del que ha intentado huir por todos los medios.

La primera cosa que quiero hacer - decía en 2015 - es estar libre de usar esta palabra inmortalidad, porque es enormemente dañina, no sólo es equivocada, es dañina... Significa cero riesgo de muerte por cualquier causa - mientras que yo trabajo en una particular causa de muerte, a saber, envejecimiento. Además es una distracción, lleva a la gente a creer que todo este asunto es moralmente ambiguo y tecnológicamente fantasioso".

La relación con la muerte y la inmortalidad es particularmente compleja en el proyecto de de Grey. Si bien de Grey insiste en que él es sólo un científico que trabaja en una serie de terapias que permiten solucionar o reparar los siete tipos de daño identificados como causantes del envejecimiento (mutaciones nucleares causantes de cáncer, mutaciones mitocondriales, desperdicio intracelular, desperdicio o basura extracelular, perdida de células, senescencia o envejecimiento celular e interconexiones extracelulares) y que el envejecimiento es sólo una de las causas de muerte, lo cierto es que el combate contra el envejecimiento, retardándolo indefinidamente en el tiempo, llevará en el limite, indirectamente, a acabar con la muerte. O dicho en otras palabras, como gusta repetir de Grey, si el envejecimiento es una enfermedad y se puede curar, entonces la eliminación de la enfermedad llevará a eliminar también su consecuencia, la muerte. Más aún, en sus charlas de Grey suele repetir a la audiencia que el fundamento ético de su proyecto radica en combatir algo "malo", como el envejecimiento y la muerte:

“¿Son tan malos estos riesgos que están por encima de condenar a 100.000 personas al día a una temprana e innecesaria muerte?"

Dicho así, salvar la vida diariamente a 100.000 personas  demanda una respuesta positiva al proyecto de de Grey. En términos darwinianos (de Grey es evolucionista y por cierto no es un hombre religioso) la evolución nos programó para envejecer y morir, lo que hay que hacer sencillamente es cambiar el programa...  otra vez la consecuencia lógica de tal cambio es no morir. Así que aunque a de Grey no le guste la idea, todos sus caminos parecen llevan a la inmortalidad.

Puede que de Grey esté en lo correcto cuando señala que envejecer y morir es algo malo, después de todo ¿quién no se cuida para vivir saludablemente el mayor tiempo posible o evitar una muerte dolorosa? Pero, por otro lado, si el envejecer y morir es parte de lo que nos hace humanos ¿en qué medida eliminar esos procesos nos despoja de nuestra humanidad? Por este camino no es extraño que los transhumanistas sean fervientes defensores de los proyectos de de Grey: ellos efectivamente quieren "trascender" la condición humana, transformarse en otra especie. La retórica de Aubrey de Grey de salvar de morir cada día a 100.000 personas podría reescribirse entonces de la siguiente manera: ¿No es bueno que cada día 100.000 personas en lugar de morir se transformen en humanos 2.0?


No deja de haber un trasfondo profundamente irónico en toda esta historia. Para apreciar la ironía habrá que recordar que la mayoría de los transhumanistas y sus simpatizantes son evolucionistas o neo darwinianos, es decir, comparten la noción de que la tradición bíblica había puesto erróneamente al hombre por encima del reino animal, una injusticia reparada por Darwin al volver a colocar a los humanos en la misma historia biológica compartida con el resto de los animales: el orgullo antropocentrico de la Biblia derrotado por la humildad darwiniana. Bueno, ahora resulta que los humanos volveremos a un nuevo pedestal, el de la seudo inmortalidad transhumanista, una condición que, otra vez, nos pone por encima de cualquier animal. Las vueltas de la vida, del Matusalén que era objeto de risa para científicos serios pasamos a la Fundación Matusalén que aspira a que (todos) vivamos siglos o milenios, más que cualquier otra criatura en el planeta o en la historia. ¿Qué tal?

miércoles, 12 de octubre de 2016

Larga Vida al Señor Thiel




Peter Andreas Thiel. Es probable que el nombre no le diga mucho por ahora, pero después de leer los próximos párrafos seguramente será uno que no le dejará indiferente.

El señor Thiel nació en 1967 en la entonces Alemania federal (occidental) y en sus primeros años su familia - sus padres y su hermano Patrick - peregrinaron por varios países hasta establecerse en Estados Unidos. El joven Thiel se educó en la prestigiosa universidad de Stanford, una de las más importantes del mundo. Su vida profesional en las leyes dio paso a una fructífera actividad en los negocios hasta fundar, junto a un joven inmigrante ucraniano, Max Levchin, la empresa que lo convertiría en multimillonario: PayPal. Thiel demostró asimismo gran habilidad como inversionista, anticipando el estallido de la burbuja "punto com" en 2000 y colocando inteligentemente su dinero en nuevos emprendimientos de Internet, siendo quizás su mayor acierto los 500.000 dólares que invirtió en 2004 en un desconocido joven de Harvard de nombre Mark Zuckerberg y un proyecto llamado Facebook. La nueva crisis de 2008-2010 también afecto a Thiel, quien perdió varios millones, pero eso no le restó de seguir financiando empresas y proyectos en campos tan variados como nanotecnología, investigación espacial y el mercado de los derivados de la marihuana. Lo cierto es que si de negocios se trata, como apuntaba George Packer en un artículo en el New Yorker en 2011, "he must be the most successful technology investor in the world" ("debe ser el más exitoso inversionista en tecnología en el mundo").

Pero el señor Thiel no es sólo un hombre más de negocios. En el estrecho mundillo de la selecta élite de los magnates de Silicon Valley Thiel es considerado algo así como el "filósofo" del club. Muy temprano, desde sus primeros días de estudiante en Stanford, Thiel se identificó como "libertario", lo que en el lenguaje político norteamericano quiere decir un liberal clásico. Para hacerse una idea, entre sus gustos está Ayn Rand, la ruso-norteamericana considerada por muchos una extremista de derecha. En "Atlas Shrugged" Rand describe su visión del futuro del mundo libre como pendiente de una pequeña élite de exitosos empresarios. Si tenemos presente que desde temprana edad Thiel fue considerado un niño prodigio y que su inteligencia es reconocida por amigos y enemigos, resulta comprensible la identificación de Thiel con el llamado de Ayn Rand a los capitalistas más capaces para salvar al mundo. Y tal parece que lo de súper héroe se lo tomó en serio, abanderándose públicamente con Donald Trump y siendo el penúltimo orador en la pasada convención republicana antes del candidato (foto superior). Una rebeldía más del señor Thiel, habida cuenta que la casi totalidad de sus pares de Silicon Valley están alineados con Hillary Clinton.

Pero contradicción y rebeldía es lo suyo. Hijo de padres evangélicos, Thiel se ha reconocido cristiano en algunas entrevistas, si bien ha tenido dificultades en armonizar esa identidad con el reconocimiento público de su homosexualidad en años reciente. (He aquí otra contradicción: ¿un homosexual apoyando al candidato republicano?). Al parecer halló la solución en la lectura del filósofo, antropólogo y escritor francés Rene Girard (1923-2007) y sobre todo en su libro "Things Hidden Since the Foundation of the World" (1978),  texto que Thiel leyó en sus años de estudiante ("an intimidating book") y a partir del cual construyó su propia teología y una heterodoxa visión del cristianismo.

De vuelta en Silicon Valley, dos palabras resumen mejor que nada el espíritu del lugar: risk (riesgo) y disruption (alteración, entendida aquí en un sentido creativo, positivo). A su vez, dos proyectos ambiciosos encarnan el compromiso de Thiel con ambas ideas. "Seasteading" es el proyecto que pretende crear islas artificiales en aguas internacionales que, por estar así libres de la tutela de cualquier estado nacional, cumpliría el anhelo de crear un estado plenamente libertario, el tipo de estado soñado por Thiel. Pero el segundo proyecto es por lejos el más sorprendente de todos: la extensión de la vida. Peter Thiel ha invertido millones de dólares en jóvenes emprendimientos de científicos y laboratorios que buscan extender la esperanza de vida. Así, por ejemplo, en 2006 colocó  3.5 millones de dólares en  "The Methuselah Foundation" (Fundación Matusalén), cuyo objetivo es combatir el envejecimiento y extender la longevidad humana. ¿Hasta cuánto? Las opiniones varían: algunos creen posible hasta 120 años, otros hablan de 150 años. Pero Thiel es más ambicioso: lo suyo es la inmortalidad. Si no lo cree vea lo que declaró al Washington Post el 3 de abril de 2015:

"I've always had this really strong sense that death was a terrible, terrible thing. Most people are in some weird mode of denial and acceptance about death, but they both have the result of making you very passive. I prefer to fight... I think it is against human nature not to fight death".

"Siempre he tenido este sentimiento realmente fuerte de que la muerte es algo terrible, terrible. La mayoría de las personas están en algún extraño modo de negación y aceptación acerca de la muerte, pero ambos tienen el resultado de hacernos muy pasivos. Yo prefiero luchar... Creo que es contrario a la naturaleza humana no combatir a la muerte".

Luchar aquí significa vencer, sobreponerse a la muerte, o sea, no morir. ¿Ciencia ficción? Es verdad que Thiel es un gran aficionado a las historias fantásticas y a la ciencia ficción: ha bautizado varias de sus empresas (Palantir, por ejemplo) a partir de nombres de "El Señor de los Anillos", uno de sus libros predilectos desde la infancia. Pero en esta pasada el magnate habla en serio: el señor Thiel no quiere morir. O cuando menos espera que la ciencia y la tecnología le ayuden a llegar a la edad de Moisés, unos 120 años para empezar. Para tal fin consume pastillas que retardan el envejecimiento de los huesos y planea probar la promisoria (¿riesgosa?) técnica de parabiosis, es decir, inyectarse sangre de gente joven que supuestamente ayudaría a regenerar células y rejuvenecer, o así al menos indican pruebas hechas con ratones en laboratorio. Si todo eso falla apuesta a que la crioconservacion preserve su cuerpo hasta que pueda ser descongelado en el futuro.

Como se ha repetido tantas veces, la realidad suele superar a la ficción. Lo que suponíamos un reducto de la entretención cinematográfica o algo propio de la imaginación folclórica o del mundo de las leyendas, la inmortalidad humana, ahora es parte de la agenda actual. Quizás tanto o más increíble aún es que quienes están detrás de esa búsqueda, hombres como Peter Thiel, sean personas educadas y poderosas, los multimillonarios que construyen la nueva súper civilización digital de Silicon Valley. Tampoco deja de ser toda una ironía que Matusalén, epítome de los patriarcas bíblicos de larga vida que la ciencia consideraba cuentos de hadas, ahora preste su nombre a una de esas iniciativas que, ciencia y tecnología mediante, promete hacernos vivir por siglos (o milenios). ¿Vencer a la muerte? ¿Vivir para siempre? ¿Inmortalidad terrenal? Tal vez, el día que, como sucede a todos los humanos, Peter Thiel finalmente se encuentre con la muerte, ésta lo salude con esa vieja y sabia frase: "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio".  Hebreos 9:27.

Crédito imagen:
http://www.nbcnews.com/feature/nbc-out/openly-gay-libertarian-tech-entrepreneur-peter-thiel-speak-rnc-n614191

martes, 20 de septiembre de 2016

El Volcán del Anticristo: Del Tambora al Quiliasmo



En nuestro artículo anterior repasamos los extraordinarios eventos de 1816, cuando las consecuencias de la explosión del volcán Tambora en Indonesia un año antes, terminó por generar un invierno extendido que en Europa cubrió el período 1816-1818, tres años en los que poco se vio el sol y se sufrió en cambio un terrible invierno, con mucho frío, nieve y lluvia. Aunque en los libros de historia por lo general el acento está puesto en la situación política y militar derivada de la derrota de Napoleón en Waterloo, la ciencia del clima y sus consecuencias globales en todo el planeta nos obligan ahora a repensar que tanto o más gravitante que las guerras napoleónicas para la historia del siglo XIX fue la erupción del Tambora. Como ya observamos brevemente los aspectos climáticos, económicos y políticos afectados por el Tambora, valdrá la pena ahora centrarnos en la derivada quizás más desconocida de estos lejanos acontecimientos, la religiosa.

Como ha quedado claro a estas alturas, la erupción del Tambora en 1815 gatilló una serie de fenómenos que culminaron en crisis humanitarias en Asia, África y Europa. Pero en este último continente la situación se tornó incluso peor, pues los europeos apenas llevaban un año de paz tras Waterloo y necesitaban tiempo para recuperarse de los horrores de la guerra. La llegada de los efectos del Tambora en 1816 impidió ese respiro y el resultado fue predecible: la ruina de las cosechas y las deterioradas condiciones en el campo provocaron una escasez general de alimentos y una terrible hambruna que recorrió a toda Europa. Normalmente el hambre y la muerte van de la mano y los relatos de los cronistas de la época son un recordatorio de ello. Cientos, miles de personas,  empobrecidas y hambrientas, se vieron empujadas a vagar por los pueblos y campos de Europa en busca de comida y abrigo. En esa atmósfera apocalíptica, el espectro de la muerte podía adoptar formas fantásticas, inspirando, por ejemplo, el origen de "Frankenstein", la famosa novela de Mary Shelley, o así al menos lo creen varios investigadores actuales, habida cuenta que Shelley comenzó a redactar su libro cuando "veraneaba" en 1816 en los Alpes suizos, una de las zonas más duramente afectadas por el riguroso clima del “año sin verano”.

Pero el apocalíptico juego de vida y muerte no sólo inspiraría la monstruosidad novelesca de Frankenstein, atizaría también las expectativas escatológicas  de quienes veían en los acontecimientos de 1815-1816 un cumplimiento de profecías bíblicas. Desde su aparición en el firmamento europeo, el  meteórico ascenso de la estrella de Napoleón y el mito de su invencibilidad convencieron a muchas personas que el emperador francés no era otro que el Anticristo escatológico. ¿Quién más podía pasearse por el mundo sembrando la guerra y derrotando a todos sus adversarios sino uno que tuviera poderes demoníacos? Así lo pensaron los clérigos católicos españoles en 1808 y también varios líderes protestantes en Alemania e Inglaterra, para quienes la guerra y la revolución francesa asociados a Napoleón eran pruebas irrefutables de su naturaleza infernal. Luego vino lo increíble: Waterloo y la estrella de Napoleón caída a tierra, derrotada al fin. Si a la derrota del Anticristo en 1815 sumamos la catástrofe humanitaria y ambiental de 1816, uno puede comprender que muchos contemporáneos se convencieran que el fin del mundo estaba ad portas. Una de las versiones más antiguas de la escatología cristiana es el quiliasmo, también conocido como premilenialismo, y que deriva su nombre del conocido texto sobre el milenio de Apocalipsis 20:1 ("quilioi" en griego). Así, la visión quiliasta o premilenialista sostiene que antes del fin del mundo habrá un reinado literal de mil años de Cristo en el mundo. A su vez, previo a ese periodo ("el milenio") habrá una serie de eventos cósmicos, como la aparición y caída del Anticristo y alteraciones en la naturaleza. Aunque los premilenialistas difieren en cuanto a la secuencia precisa de eventos, al menos para varios de ellos en 1816 los datos cuadraban con sus expectativas escatológicas: la caída de Napoleón y el trastorno climático de 1816-1818 eran indicaciones claras del fin de los tiempos.

Un episodio dramático de esa expectativa quiliasta la protagonizó por entonces la baronesa Barbara Juliane von Krüdener (1764-1824, foto superior). De origen ruso-alemán y conectada por vía familiar con la alta aristocracia rusa (el zar Pablo I fue padrino de su hijo mayor), la baronesa tuvo una agitada vida sentimental que experimentó un vuelco cuando entró en contacto con el despertar religioso que se esparcía en el protestantismo suizo. Fue allí donde la baronesa abrazó la causa quiliasta, la que unida a su misticismo y convicción, le llevaron a exponer su visión nada menos que ante el zar Alejandro I, influyendo supuestamente en la creación de la Santa Alianza en 1815. Pero la baronesa se sintió profundamente conmovida por la catástrofe humana gatillada por la alteración climática, al punto de reunir una multitud de desplazados a los que guió por diversos cantones y ciudades suizas en busca de refugio y comida. Las autoridades suizas, temerosas de que esta masa devorara la poca comida disponible, no tardaron en dispersar a sus hambrientos seguidores, mientras la baronesa fue expulsada de vuelta a Rusia. "La caridad comienza por casa", parecen haber pensado los suizos, poniendo abrupto fin a la labor humanitaria de Krüdener. ¿Un lejano antecedente de la reacción europea a la crisis migratoria de hoy?

Las increíbles consecuencias del cambio climático y los trastornos ocasionados por el Tambora, a doscientos años de ocurridos los hechos, no dejan de asombrar, incluso en el plano religioso. Para profundizar sobre el lector puede consultar “The Life and Letters of Madame de Krudener” (1893) de Clement Ford; “Tambora: The Eruption that Changed the World” (2015) de Gillen D`Arcy Wood y “The Little Ice Age: How Climate Made History 1300-1850” (2001) de Brian Fagan.




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domingo, 28 de agosto de 2016

El Año sin Verano




1816. Ya se cumplen doscientos años y aunque ignorado por la mayoría de la población mundial – preocupada hoy por los resultados de los Juegos en Río 2016 – se trata de una fecha de enorme significación en la actualidad. Desde hace dos siglos es recordado como “el año sin verano” y tanto en Europa como en el resto del mundo estuvo marcado por una serie de eventos dignos de una superproducción de acción, intriga y suspenso: política, guerras, catástrofes naturales y mucho misticismo religioso.

1815. La historia comienza un año antes, cuando Europa vive los estertores de la era napoleónica. En pleno verano, el 18 de junio de ese año, Napoleón era derrotado por última vez en Waterloo por una coalición de tropas inglesas y alemanas. Después de casi dos décadas de guerras intermitentes, Europa alcanzaba por fin la paz. Pero era una paz dolorosa. Además de las víctimas civiles y militares, el continente estaba en ruinas, muchas ciudades y campos arrasados y con una situación económica y humanitaria delicada. El espectro del hambre y las enfermedades se balanceaba sobre un débil equilibrio, pronto a quebrarse ante la menor amenaza… y eso fue exactamente lo que sucedió. Mientras Napoleón y sus adversarios disparaban sus últimos cartuchos, al otro lado del mundo otra explosión mucho mayor literalmente sacudía la tierra: el 10 de abril de 1815 el monte Tambora (Indonesia, foto superior) entraba en erupción. Se trata de la mayor erupción volcánica de la que se tenga registro histórico (más grande aún que la del Krakatoa), una erupción que se convirtió en un verdadero cataclismo mundial: miles murieron producto de la explosión y los tsunamis inmediatos, pero muchos más morirían en los años siguientes. Repasemos a continuación brevemente los alcances de esta catástrofe.

En primer lugar el volumen de materiales y gases que el volcán arrojo a la atmósfera – que los expertos calculan en 160 km3 - alteró el curso tradicional del monzón que riega anualmente a la India, con el consiguiente trastorno de la sucesión de estaciones seca y lluviosa en el periodo 1816-1817. ¿El resultado? El equilibrio microbiano en la bahía de Bengala se fue al traste y gatilló una virulenta epidemia de cólera que pronto se esparció por toda India para convertirse en la primera pandemia de cólera, que entre 1817 y 1824 alcanzó China y Japón por el este y el Mediterráneo y África por el oeste, matando a millones de personas. En segundo lugar la misma alteración climática arruinó las cosechas de arroz en la austral provincia china de Yunan, obligando a los hambrientos y empobrecidos campesinos a cambiarse al más lucrativo negocio del opio, dando origen al famoso “triangulo dorado” de una industria que iba a tener nefastas consecuencias en la historia china durante el siglo XIX. Un tercer efecto, tan inesperado como los anteriores, fue el inicio de la primera depresión económica en la historia de los Estados Unidos, el famoso “pánico de 1819”, cuando las variaciones climáticas a ambos lados del Atlántico hundieron las cosechas, los precios y las inversiones agrícolas norteamericanas.

Pero sin duda el efecto más devastador de la erupción del Tambora fue la alteración climática misma, que llevó a que el verano de 1816 los europeos no vieran ni el sol ni el calor, sino una sucesión de tormentas eléctricas, nieve, viento y lluvia. De ahí aquello de “el año sin verano”, si bien en rigor, se trató de tres años de trastornos (1816-1818) antes que se disiparan los efectos del cataclismo producido por el Tambora. En esta atmósfera enrarecida por la guerra, el frío, el hambre y el clima hostil, la derivada religiosa o mística podría ser la más inesperada de las respuestas al lejano eco del Tambora, respuesta a la que podremos atención en la segunda parte de este artículo.

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http://www.earthscope.org/science/geo-events/mt.-tambora-indonesia-april-10-1815

domingo, 31 de julio de 2016

¿El Mejor amigo de Moisés? Perros en el Antiguo Israel



¿El mejor amigo del hombre? El perro, obvio, ¿quién más? El concepto está tan arraigado que quizás ya olvidamos hace mucho cuándo fue la primera vez que lo oímos. Hoy es una de esas verdades que se asumen como normal, algo dado. Pero la larga historia de las relaciones entre perros y humanos no siempre ha sido lo que parece.  Tomemos como ejemplo el registro bíblico y nos encontraremos con lo que apunta hacia una compleja convivencia entre ambas especies.

Según los expertos el perro fue domesticado hace unos 11.000 años atrás aproximadamente, la primera especie domesticada en la prehistoria, resultado de la confluencia de dos especies de cazadores, el hombre y el lobo. En la región del antiguo medio oriente en particular el perro gozó de una amplia aceptación, a juzgar por el registro arqueológico. La literatura y el arte de Egipto, Siria, Mesopotamia, Asiria, Anatolia y Grecia dejan en claro que este animal fue muy valorado, seguramente a propósito de las múltiples funciones que desempeñaba y que facilitaban la vida de sus amos: colaboración en la cacería, cuidado del rebaño, protección del hogar, incluso como arma de guerra (algunos ejércitos de la antigüedad desplegaban unidades de soldados acompañadas por perros de gran tamaño, posiblemente del tipo molosos). Más notable aún, tal parece que egipcios, griegos, romanos y persas comenzaron a tener perros simplemente como mascotas, es decir, por el puro placer de la compañía. La mejor evidencia de esto último la proporcionan los varios cementerios caninos hallados en lugares tan diversos como Chipre, Grecia, Egipto (donde podían ser embalsamados) y Palestina (en los años 1980s se descubrió en Ascalón el más grande cementerio de perros de la antigüedad, con miles de ejemplares).

¿Y cuál era la situación en Israel? En 1960 D. Winton Thomas publicó un artículo que creó tendencia: “Kelebh Dog: Its Origin and some Uses of it in the Old Testament”. A partir del registro bíblico Thomas planteaba la teoría de que los antiguos israelitas tenían una valoración negativa de los perros, un animal despreciable para la cultura hebrea. Desde entonces esta opinión se ha vuelto generalizada entre los expertos. Al revisar la evidencia, es difícil no pensar que algún papel pudo jugar la ley de Moisés en la valoración que puedan haber tenido los antiguos hebreos acerca de los perros. Revisemos brevemente algún par de puntos destacados.

  1. El problema de la carroña. La ley mosaica definía el contacto con restos mortales de humanos y animales como una fuente de contaminación o impureza (ritual), razón por la cual los israelitas evitaban el contacto con cadáveres u osamentas. Dado que los perros pueden comportarse como carroñeros y alimentarse de cadáveres, la posibilidad de que el contacto con perros los expusiera a una eventual contaminación debe haber sido muy molesto para un observante judío. De hecho, el que un cuerpo fuera devorado por perros era una imagen potente, por lo común interpretada como emblema de juicio divino (así lo casos de Acab y Jezabel, 1 Reyes 14:11; 16:4; 21:24; 2 Reyes 9:10, 36).

  1. El problema de consumir sangre. De acuerdo a la Tora, estaba expresamente prohibido para los judíos el consumo de sangre puesto que “la vida de la carne en la sangre está” (Levítico 7:26-27; 17:11, 14; Deuteronomio 12:23-25). Se trata de una instrucción que en todo caso antecedía a la ley de Moisés, pues ya encontramos su enunciado en el pacto de Dios con Noé, que se supone era extensivo a todos los seres humanos, hebreos o no (Génesis 9: 3-5). Como fuere, lo cierto es que el espectáculo de los perros lamiendo sangre humana o animal, una acción tabú para cualquier judío, podría otra vez haber ayudado a bajar la estima de estos animales en la comunidad hebrea.

Aparte de estas aparentes dificultades planteadas por la ley, muchos leen en los mismos relatos de los personajes bíblicos la expresión cultural del desprecio por los perros (Deuteronomio 23:18; 1 Samuel 24:14; 2 Samuel 3:8; 16:9; Salmo 22:20). No obstante, estas expresiones deben ser tomadas con cautela, pues las palabras de Goliat podrían llevarnos a pensar que los filisteos también despreciaban a los perros (1 Samuel 17:43) y sin embargo ya hemos visto que acaso el mayor cementerio canino del mundo antiguo está nada menos que en una ciudad filistea. Por otro lado, las palabras de Job (Job 30:1) nos recuerdan que la ayuda de los perros en el cuidado de los rebaños también era valorada. En fin, es verdad que en su conjunto las menciones que hayamos en la Biblia casi siempre asocian a los perros con un escenario negativo, pero es posible que esta fuera una consecuencia particular de las normas religiosas definidas por las leyes de Moisés y que pudieran haber llevado a una valoración negativa de ciertos comportamientos de los animales. Es de esperar que futuras investigaciones arqueológicas aporten nuevos antecedentes para ayudarnos a aclarar la verdadera posición de estos fantásticos animales en el antiguo Israel y saber así si el perro fue también el mejor amigo de Moisés.


Crédito imagen:
http://desertlocalnews.com/best-dogs-desert/

jueves, 30 de junio de 2016

Trump vs Francisco: De Muros y Ghettos

El pasado 18 de febrero de este año una noticia disparada por la velocidad de internet alcanzó todos los rincones del planeta: el Papa Francisco sentenciaba que el candidato republicano Donald Trump “no es cristiano” dada su determinación de construir un muro para detener la inmigración. Los titulares de las principales agencias noticiosas y portales online causaron sorpresa ante la tajante afirmación del Pontífice, en lo que muchos leyeron como una directa intervención en la carrera presidencial norteamericana. Las palabras del Papa fueron las siguientes: “una persona que sólo piensa en la construcción de muros, dondequiera que se encuentren, y no en la construcción de puentes no es cristiano… Eso no está en el evangelio”. Al momento de hacer estas afirmaciones Francisco volaba de regreso al Vaticano, tras su reciente visita a México, cuya última posta fue una multitudinaria misa celebrada en el borde mismo de la frontera con Estados Unidos. Seguramente la atmósfera del lugar, cargada de las críticas mexicanas contra el proyecto de Trump de construir un muro que mantenga a raya a los inmigrantes ilegales, debe haber pesado al momento de que el Papa, por lo común un hombre más bien medido en sus expresiones, se despachara un juicio tan tajante sobre el magnate.

Para nadie es un misterio que Donald Trump es un personaje bastante odioso para los mexicanos en particular y los latinoamericanos en general. Su duro discurso nacionalista, agresivo y anti inmigración despierta la natural antipatía en el mundo hispano parlante, donde Trump aparece como el típico yankee soberbio y arrogante, y para colmo multimillonario, el epítome de un capitalismo con muchos enemigos en esta parte del mundo. Así que las críticas a Trump encuentran una cálida bienvenida en América Latina, máxime aún si proceden de un Papa latinoamericano, casi como si el discurso anti Trump alcanzara así una suerte de bendición divina.  Pero más allá de la contingencia política y la parafernalia noticiosa la frase del Papa puede verse bajo una nueva luz cuando consideramos la historia cristiana: después de todo, ¿los cristianos construimos muros o los derribamos?

Desde hace un tiempo a esta parte los cristianos, católicos y protestantes por igual, nos hemos venido comprando un discurso peligroso por su distorsión de la milenaria historia cristiana: hemos llegado a creer que el cristianismo presenta una continuidad impoluta e impecable de justicia y verdad, siempre haciendo el bien y luchando contra el mal. Así, por ejemplo, hace poco un grupo de pastores evangélicos establecía que los evangélicos no deberían votar o apoyar a políticos antisemitas, lo cual está perfecto, claro que uno se pregunta si esos pastores evangélicos sabrán que el cristianismo debe ser probablemente la religión más anti semita de la historia. ¿Conocerán los pastores el pasado antisemita del cristianismo o de largos pasajes de su historia antigua y moderna? De conocer ese antecedente probablemente la instrucción anterior no sólo apuntaría a otros, adoptaría también un tono de auto crítica. Pues bien, el caso de las declaraciones del Papa Francisco corre por un camino similar: espectacular lo de no construir muros, pero ¿sabrá Francisco lo que hicieron sus antecesores en lo que a construcción de muros se refiere?

Corría el año 1555 cuando el recién elegido Papa Pablo IV (1555-1559), que apenas llevaba un par de meses reinando en Roma, publicó la bula “Cum nimis absurdum” en la que recordaba que Dios había condenado a los judíos a eterna esclavitud, razón por la cual establecía que los judíos debían vivir en un sector específico de la ciudad, de manera de aislarlos de la población cristiana: fue el inicio del tristemente célebre ghetto de Roma, el recinto donde la comunidad judía viviría separada del resto de la población por los próximos trescientos años. Si bien en un comienzo los judíos saludaron esta situación pensando que era una medida favorable para su seguridad, pronto comprendieron que el objetivo era segregacionista, aislarlos todo lo posible para que no contaminaran a la población cristiana. Aparte de encerrarlos en una localización específica, varias normas adicionales estaban destinadas a humillar a los judíos tanto como fuera posible: obligación de usar ropas con colores definidos cuando salieran del ghetto, horarios estrictos para circular fuera del ghetto (estaban obligados a pernoctar durante la noche en el recinto), obligación de escuchar todos los sábados – día sagrado del judaismo – un sermón católico para que abandonaran su fe, entre otras. Se estima que en tiempos de Sixto V (1585-1590) unos 3.500 judíos vivían en una superficie de 3 hectáreas, es decir, una concetración de unas 117.000 hab/km2, a todas luces una cifra increible. En tal hacinamiento las condiciones eran inhumanas, máxime aún considerando que el área asignada al ghetto estaba a orillas del rio Tíber, el cual en invierno solía inundar las tierras anexas, lo cual creaba un ambiente perfecto para toda clases de plagas y enfermedades. Los muros del ghetto, planeados en la segunda mitad del siglo XVI por el arquitecto Giovanni Salustio Peruzzi, terminaron por delinear el paisaje de esta cárcel urbana que iba a durar tres siglos. Salvo un breve periodo durante la invasión napoleónica de Italia a fines del siglo XVIII que le concedió libertad a los judíos, el restablecimiento del reino Papal en 1814 los obligó a volver al ghetto, del cual no serían liberados finalmente sino hasta 1870, cuando las tropas de los patriotas italianos ingresaron en Roma, acabando con la soberanía del Papa y con el ghetto. Vale la pena recordar que a esas alturas el ghetto de Roma era el último ghetto judío que quedaba en Europa occidental hasta el surgimeinto del nazismo en el siglo XX.

“Una persona que sólo piensa en la construcción de muros… no es cristiano”. Conmovedora frase la de Francisco, pero ¿qué hacemos entonces con todos los Papas que durante trescientos años mantuvieron en alto los muros del ghetto de Roma para encerrar a los judíos en una existencia infrahumana? ¿Son esos Papas cristianos o no? Quizás, si con un tono un poco más autocrítico y humilde, Francisco hubiese advertido a Trump que los cristianos tenemos una milenaria y dramática historia en lo que a construcción de muros se refiere y hasta este día nos arrepentimos de ello, el mensaje habría tenido un mayor efecto sobre el candidato republicano. A menos que, claro, sea distinto construir un muro que un ghetto.

martes, 31 de mayo de 2016

Diversidad y Anti Protestantismo: el caso de la televisión chilena (II)





Como comentábamos en el último artículo, la reciente explosión de la homosexualidad en la televisión chilena forma parte de un reclamo de sectores culturales y políticos del país. El argumento es que debemos defender la homosexualidad porque representa parte de la “diversidad” de la nación. Pero como consignábamos entonces, lo que esos sectores entienden por “diversidad” y su celo por reivindicarla y defenderla resulta sesgado cuando se compara el trato dado a homosexuales y evangélicos en la pantalla chilena.  En general nuestros productores, actores, guionistas y directores del arte televisivo funcionan a la vez bajo un esquema pro homosexual y anti protestante, independientemente de que sean o no conscientes de ello. Dicho en otras palabras, su concepto de la diversidad del país es muy generoso con los homosexuales pero hostil con el mundo evangélico. Se trata de un sesgo que no es exclusivo de la televisión; no es pura casualidad que en películas recientes – como “Joven y Alocada” (2012) – la escenificación del mundo evangélico siempre sigue el patrón negativo: los evangélicos son malas personas. ¿Por qué nuestra elite – ferviente defensora de la diversidad sexual – es tan hostil a la diversidad religiosa representada por el protestantismo?
Para responder a estas cuestiones hay que bucear profundamente en la historia latinoamericana. Y es que el Imperio Español era una empresa político-religiosa, a la vez hispánica y católica. En el esquema de los albores del siglo XVI, cuando surge este imperio, eso significó definir y defender la identidad nacional en términos de la catolicidad: lo que no es católico no es parte de la comunidad, es ajeno a ella. Para decirlo simplemente:

Identidad = catolicidad

Esta ecuación fundamental explica la naturaleza profundamente anti protestante y anti semita del imperio español, pues evidentemente herejes y judíos estaban fuera de la catolicidad. Se trata de una ecuación que, detalles más o menos, se ha mantenido firmemente en pie desde la colonia hasta nuestros días. ¿cómo afecta esta ecuación a nuestra elite chilena, incluida por cierto nuestra elite artística y cultural?
La elite chilena, su clase dirigente cultural, política y económica, ha sido forjada en su mayoría por instituciones eclesiásticas católicas, cuestión que también es herencia de la colonia. Incluso en los sectores más apartados del catolicismo – el marxismo local por ejemplo – sus cuadros dirigentes o bien han pasado por la educación católica o bien entienden el cristianismo en términos del catolicismo. Visto así, no es extraño que en Chile se pueda ser marxista y católico, capitalista y católico, sindicalista y católico, homosexual y católico… pero no se puede ser evangélico y católico. El protestantismo es irreducible al catolicismo. Lo mismo pasa con el judío. Para que la ecuación de identidad latinoamericana se mantenga en pie debe asimilarse de alguna manera al catolicismo, pero con religiones extrañas ese ejercicio no es posible. Por tal razón el evangélico, al igual que el judío, sigue siendo un alienígena en América Latina, un extraño por definición, un punto que se escapa a la ecuación de nuestra identidad hispánica y católica. En cierto sentido, el texto que publicó en 1941 el hoy célebre Alberto Hurtado – “¿Es chile un país católico?” – es una vuelta retórica sobre la misma cuestión, casi como si el sacerdote jesuita preguntara: ¿Es chile un país con identidad? Porque en este esquema perder la catolicidad es perder la identidad.

La elite cultural y artística de Chile, en este análisis los productores, directores, actores y guionistas de la televisión y el cine chilenos, exhiben una extraordinaria empatía por la diversidad sexual del país (homosexuales), pero un soterrado rechazo hacia la diversidad religiosa (evangélicos). La raíz de este sesgo y a la vez de su distorsionada comprensión del término “diversidad” no es sino la recreación una y otra vez, en televisión y en cine, de un viejo patrón cultural e histórico inculcado en estas tierras durante los largos siglos de la dominación colonial: el anti protestantismo español. Así las cosas, tal parece que hoy en día hay diversidad y diversidad, o será que, como el viejo chiste de que algunos somos más iguales que otros,  también algunos somos más diversos que otros.

martes, 29 de marzo de 2016

Diversidad y antiprotestantismo: el caso de la televisión chilena



En los últimos años ha habido una creciente explosión de relatos homosexuales en la TV chilena. Específicamente en lo que dice relación con producciones de ficción – telenovelas – los canales de TV abierta han incorporado guiones y personajes homosexuales ya sea en roles principales o secundarios, tanto masculinos como femeninos. En casi todos los casos el personal involucrado – guionistas, productores, directores, actores – ha reforzado esa puesta en escena con el discurso de la “diversidad sexual”, es decir, que por medio de esa representación se quiere contribuir a educar a la población sobre la importancia de la diversidad sexual y familiar, así como la integración y aceptación de las “minorías sexuales”. Con este trasfondo se entiende que casi siempre los personajes homosexuales aparezcan bajo una luz positiva, como caracteres simpáticos o vulnerables, de modo de atraer el favor de la audiencia.

Esta tendencia televisiva que, detalles más o menos, es común a varios países de América latina, es muy importante precisamente por el argumento de la “diversidad”, esto es, por el compromiso de la televisión a mostrar respetuosamente a los distintos integrantes de la sociedad, con el ánimo de valorar la pluralidad moderna. Visto desde una perspectiva evangélica el asunto no puede ser más llamativo porque resulta que la diversidad latinoamericana no se agota en el tema sexual, la diversidad adopta muchas formas, entre ellas también la diversidad religiosa. ¿Qué sucede con la diversidad religiosa en la TV? ¿Ha abordado la televisión chilena con el mismo entusiasmo pro homosexual la diversidad religiosa del país?

Cuando el tema de la diversidad se extiende más allá de los márgenes de la sexualidad la verdad es que el asunto se torna mucho más oscuro. La experiencia evangélica es un buen ejemplo. Así, en lo que se refiere a la cultura religiosa del país, el compromiso de la TV chilena con la diversidad es casi nulo. Apenas en los últimos tres o cuatro años algunas producciones han incorporado tímidamente uno que otro personaje evangélico, pero el trato dado a los mismos resulta muy decidor. ¿Qué pasa cuando comparamos los roles homosexuales y evangélicos en las telenovelas chilenas?

En primer lugar, mientras los personajes homosexuales – como señalamos antes – por lo general apelan a la simpatía del público, las raras ocasiones en que un personaje evangélico aparece en pantalla o bien se muestra en un tono neutro, que no genera ni simpatía ni rechazo, o bien es un personaje abiertamente desagradable que obviamente no pretende captar el fervor popular. Interesante; a diferencia de los roles homosexuales, los evangélicos por lo común son seres extraños, ajenos al chileno promedio.

En segundo lugar, mientras los personajes homosexuales ocupan lugares protagónicos o secundarios, los roles evangélicos corresponden a apariciones furtivas con ninguna trascendencia en la historia central.

En tercer lugar los números también son reveladores. La población evangélica en Chile ronda entre el 15-18% de la población del país; los homosexuales afirman constituir entre 6-10%. Es claro que la minoría evangélica es bastante más numerosa que la homosexual; con todo, la representación de la homosexualidad supera largamente a la de los evangélicos.

En cuarto lugar, es interesante considerar la raigambre histórica de ambas minorías. La presencia evangélica organizada – iglesias, misiones, escuelas – tiene un poco más de ciento cincuenta años en Chile (desde mediados del siglo XIX). El movimiento pro homosexual organizado tiene unas dos décadas en el país. Nuevamente, pese a ser una minoría mucho más antigua en Chile que la homosexualidad, los evangélicos siguen mucho más ausentes de la pantalla.

En quinto lugar, la desigual representación de ambas minorías se extiende a los horarios y cobertura. Los escasos espacios evangélicos en pantalla normalmente se reducen a los fines de semana y casi siempre muy temprano en la mañana, cuando la mayoría de la población duerme o está trabajando. Por el contrario, los horarios en que se escenifica la homosexualidad por lo general corresponden a “horas punta”, cuando se tiene la máxima exposición en la teleaudiencia.

En sexto lugar y tan decidor como lo anterior es la manera como la televisión chilena representa al cristianismo en pantalla: en casi todos los casos es a través de una parroquia, un sacerdote o un seminarista católico. Obviamente en el Chile de las telenovelas no existen iglesias, ni pastores, ni misioneros, ni estudiantes de teología evangélicos. Cuando se trata de conversar sobre cuestiones “valóricas” o morales el interlocutor es un cura o una monja, jamás un ministro evangélico. En este último aspecto la televisión chilena no se diferencia en nada de la televisión latinoamericana.


Estos pocos hechos deberían llevar a un observador imparcial a preguntarse sobre el curioso y extraño concepto de “diversidad” que maneja la televisión chilena; muy generosa con los homosexuales, tacaña y hostil con los evangélicos. Quizás la primero suene novedoso para muchos, pero lo segundo es una historia repetida. En el próximo artículo volveremos sobre las causas de esta asimetría histórica, reconstruida nuevamente a propósito de la reciente devoción televisiva por la homosexualidad.

martes, 26 de enero de 2016

Mateo y los paralelos entre la natividad y la literatura enocista



En nuestro artículo anterior planteábamos las interesantes coincidencias que se dan en la literatura judía del Segundo Templo entre Jesús y Enoc, en particular aquellas que se pueden rastrear a través del evangelio de Mateo, tal como lo documenta el trabajo doctoral de Amy E. Richter. El relato de la natividad o el nacimiento de Jesús es un caso a tener en cuenta.

En los primeros capítulos de Mateo el evangelista nos cuenta diversos sucesos que tienen su contrapunto en la tradición enocista. Así, por ejemplo, las dudas sobre la paternidad, que según Mateo, llevaron a José a pensar en la posibilidad de anular secretamente su compromiso con María, pues razonablemente José entendía que su novia había tenido relaciones sexuales con otro hombre (Mateo 2:18-19). En la tradición preservada en 1 Enoc hay una situación parecida de sospecha de paternidad, en este caso de Lamec y su hijo Noé. El relato bíblico (Génesis 5:28-29) no dice nada al respecto, pero según el texto seudoepigráfico Lamec sospechaba que Noé, dada su apariencia física y precoz habilidad, no era realmente hijo suyo sino de alguno de los vigilantes o ángeles caídos. Para salir de dudas Lamec recurre a la intermediación de su padre Matusalén, quien a su vez consulta a su padre Enoc (quien a esas alturas goza en el cielo de una condición semiangelical) para así finalmente confirmar que Noé realmente es hijo de Lamec.

Otro punto de semejanza es la intervención angelical. En el nacimiento de Jesús es más que evidente la profusa presencia de ángeles en diferentes etapas de la anunciación, el nacimiento y los primeros años de vida del niño Dios. Pero particularmente interesante es la relación entre ángeles/poderes superiores con la paternidad/filiación. Aquí nuevamente saltan los paralelos entre Mateo y la tradición enocista. Según el evangelista José creía que el bebé era hijo de otro hombre, pero un ángel le avisa que en realidad es hijo de un agente superior (el Espíritu Santo), mientras que en 1 Enoc la historia es al revés: Lamec cree que Noé es hijo de un ángel, cuando otro agente superior, Enoc (devenido casi en un ángel) le confirma que el niño es humano y legítimo hijo de Lamec.

Es importante destacar el contraste sobre la posición relativa de ángeles y humanos. En la tradición enocista los ángeles ocupan un estadio superior a los hombres. De hecho el ascenso del patriarca Enoc al trono de Dios es descrito en términos tales que el lector queda con la impresión de que Enoc se ha transformado en una figura angelical o comparte características distintivas de los ángeles. Efectivamente en 3 Enoc (siglo V o VI DC) Enoc se va a transformar en el poderoso ángel Metatrón, nada menos que el secretario de Dios y cabeza de los demás ángeles. Si bien esto último es pura especulación mística judía, la posición jerárquicamente superior de los ángeles sigue la exposición del Antiguo Testamento (Salmo 8:5, “Le has hecho un poco menor que los ángeles”). En el Nuevo Testamento en cambio los ángeles se nos presentan como seres al servicio de Jesús y de los hombres (al menos de quienes son seguidores de Jesús). Tal vez si el mejor ejemplo de esta subordinación de los ángeles con respecto a los humanos se encuentra en la epístola a los Hebreos (Hebreos 1:13-14).

Otro aspecto muy llamativo es la inversión del relato de los vigilantes. Según el Libro de los Vigilantes el pecado entró en el mundo cuando los vigilantes o ángeles pecadores cruzaron la frontera que divide al reino angelical/espiritual del reino humano, un acto que tuvo consecuencias desastrosas. En el relato de Mateo nuevamente asistimos a un cruce de la frontera entre las potencias superiores y los humanos, pero esta vez con un resultado muy diferente. La irrupción de los Ángeles Caídos en la tierra trajo la violencia, el crimen, la idolatría y la fornicación; por el contrario, la intervención del Espíritu Santo y el nacimiento de Jesús trajeron paz y salvación. La historia desastrosa inaugurada por los visitantes celestes, los Vigilantes, se contrasta ahora con la maravillosa historia de Jesús.

Por último, la presencia de los magos crea otro puente entre Jesús y las tradiciones sobre Enoc. El relato del evangelista insinúa un conocimiento astronómico-astrológico de parte de los magos: “Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo2:2). El griego anatolé, traducido “oriente” en este versículo, presenta evidentes connotaciones astrológicas, pues se puede traducir también como “saliente” o “naciente”: es la estrella del niño Dios que nace en el oriente. El ABC de cualquier astrólogo radica en asociar a una persona con su estrella, como parece hicieron los magos en el caso de Jesús. Pero cualquiera sea la relación de estos magos con la astronomía-astrología de la época, para un judío conocedor de la tradición enocista no pasaría desapercibida esta conexión con los astros y el firmamento. Y es que el judaísmo enocista (y en general el pueblo judío) desarrolló una compleja relación con los astros en los siglos que precedieron al nacimiento de Jesús. De una parte el canon bíblico – el Antiguo Testamento – condenaba las prácticas astrológicas, pero de otro lado el periodo intertestamental vio una creciente inmersión judía en la astrología. Esta tensión entre rechazar y aceptar queda de manifiesto en la literatura enocista. Entre las artes y saberes ocultos que los Ángeles Caídos enseñaron a los humanos sin permiso divino está la astrología, origen a su vez de la idolatría posterior. Por otro lado, en 1 Enoc 17-36 se relata el viaje de Enoc por el cosmos y el conocimiento que Dios le comparte sobre los astros, lo que convierte a Enoc en el padre de la astrología. Así que hay un conocimiento astrológico malo, revelado por los Vigilantes y sin permiso de Dios, pero hay también un saber astrológico bueno, autorizado por Dios a través de las revelaciones dadas a Enoc. En definitiva, así como en los casos anteriores el relato de Mateo parece deshacer las supuestas consecuencias malignas dejadas por los Vigilantes, así también ahora la presencia de los magos – portadores de conocimientos celestes parecidos a los de los Vigilantes – es portadora de buenas noticias, la llegada de un mensajero celestial al que vienen a adorar.

Por cierto que hay muchas otras materias en las que podría seguir trazándose el sorprendente paralelo entre la natividad de Mateo y la literatura enocista, como bien lo documenta la investigación de Amy E. Richter, pero estos pocos detalles nos abren la puerta hacia el para muchos desconocido y apasionante mundo del judaísmo del Segundo Templo. Parte de esa cosmovisión, las tradiciones judías sobre Enoc, los Vigilantes y el origen cósmico del mal flotaban en el ambiente cuando Jesús aparece en escena y de seguro no eran para nada desconocidas de Mateo y su círculo. Ahora bien, el que Mateo haya tenido a la vista las tradiciones enocistas y el que haya redactado su propia historia en una suerte de reversión de los hitos enocistas no significa necesariamente que compartiera esas creencias, pero si que pudo haber usado las mismas para construir un puente mas para enganchar a la audiencia judía. Este hecho puede ayudarnos a entender cómo o por qué Mateo seleccionó algunos de los materiales con los cuales construye su relato, en particular el de la natividad. Pensemos por un momento. Según las especulaciones y mitología enocista hubo un punto en la historia en que los mundos divino y humano se cruzaron, con consecuencias trágicas, pero de en medio de ese mal salió un mensaje de esperanza y futuro encarnado en el “Hijo del Hombre”, el patriarca-ángel Enoc. Mateo tenía en sus manos una historia parecida, una en la que nuevamente se cruzan las fronteras divino/humanas, pero esta vez con un resultado mucho más positivo, donde el protagonista ya no es Enoc, sino el verdadero Hijo del Hombre, Jesús. 

Crédito imagen Libro de Enoc, 
http://theremnanttrust.info/book-of-enoch/

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