1816. Ya se cumplen doscientos años
y aunque ignorado por la mayoría de la población mundial – preocupada hoy por
los resultados de los Juegos en Río 2016 – se trata de una fecha de enorme
significación en la actualidad. Desde hace dos siglos es recordado como “el año
sin verano” y tanto en Europa como en el resto del mundo estuvo marcado por una
serie de eventos dignos de una superproducción de acción, intriga y suspenso:
política, guerras, catástrofes naturales y mucho misticismo religioso.
1815. La historia comienza un año
antes, cuando Europa vive los estertores de la era napoleónica. En pleno
verano, el 18 de junio de ese año, Napoleón era derrotado por última vez en
Waterloo por una coalición de tropas inglesas y alemanas. Después de casi dos décadas
de guerras intermitentes, Europa alcanzaba por fin la paz. Pero era una paz
dolorosa. Además de las víctimas civiles y militares, el continente estaba en
ruinas, muchas ciudades y campos arrasados y con una situación económica y
humanitaria delicada. El espectro del hambre y las enfermedades se balanceaba
sobre un débil equilibrio, pronto a quebrarse ante la menor amenaza… y eso fue
exactamente lo que sucedió. Mientras Napoleón y sus adversarios disparaban sus últimos
cartuchos, al otro lado del mundo otra explosión mucho mayor literalmente sacudía
la tierra: el 10 de abril de 1815 el monte Tambora (Indonesia, foto superior) entraba en
erupción. Se trata de la mayor erupción volcánica de la que se tenga registro histórico
(más grande aún que la del Krakatoa), una erupción que se convirtió en un
verdadero cataclismo mundial: miles murieron producto de la explosión y los
tsunamis inmediatos, pero muchos más morirían en los años siguientes. Repasemos
a continuación brevemente los alcances de esta catástrofe.
En primer lugar el volumen de materiales
y gases que el volcán arrojo a la atmósfera – que los expertos calculan en 160
km3 - alteró el curso tradicional del monzón que riega anualmente a la India,
con el consiguiente trastorno de la sucesión de estaciones seca y lluviosa en
el periodo 1816-1817. ¿El resultado? El equilibrio microbiano en la bahía de
Bengala se fue al traste y gatilló una virulenta epidemia de cólera que pronto
se esparció por toda India para convertirse en la primera pandemia de cólera, que
entre 1817 y 1824 alcanzó China y Japón por el este y el Mediterráneo y África por
el oeste, matando a millones de personas. En segundo lugar la misma alteración
climática arruinó las cosechas de arroz en la austral provincia china de Yunan,
obligando a los hambrientos y empobrecidos campesinos a cambiarse al más lucrativo
negocio del opio, dando origen al famoso “triangulo dorado” de una industria
que iba a tener nefastas consecuencias en la historia china durante el siglo
XIX. Un tercer efecto, tan inesperado como los anteriores, fue el inicio de la
primera depresión económica en la historia de los Estados Unidos, el famoso “pánico
de 1819”, cuando las variaciones climáticas a ambos lados del Atlántico
hundieron las cosechas, los precios y las inversiones agrícolas
norteamericanas.
Crédito imagen
http://www.earthscope.org/science/geo-events/mt.-tambora-indonesia-april-10-1815
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