martes, 2 de septiembre de 2014

La Ciencia del Suicidio



Cuando en nuestro último artículo tratábamos sobre el suicidio o inmolación del monje vietnamita Thich Quang Duc en 1963, era imposible imaginar la triste noticia de los últimos días: el suicidio del actor Robin Williams en California, Estados Unidos. Al parecer una rebelde depresión precipitó la muerte del famoso comediante, dejando para el recuerdo una carrera notable y una serie de películas que lo hicieron tan querido en todo el mundo. Detrás del impacto inicial el fallecimiento de Robin Williams volvió a recordarnos de la manera más ominosa la persistencia del suicidio como causa de muerte de muchas personas cada día en todo el mundo. ¿Por qué se suicidan las personas? ¿Cómo entender tan dramática situación? ¿Se puede prevenir? ¿Podemos ayudar a las potenciales víctimas?

Desde el punto de vista de la aún relativamente joven investigación científica sobre el suicidio el comportamiento suicida puede entenderse como el resultado de un delicado balance entre las tendencias suicidas de una persona (endógenas) y los factores estresantes que actúan como detonantes del comportamiento suicida (exógenos). Estos últimos factores estresantes pueden ser ambientales, biológicos o siquiátricos, o bien una combinación de todos o algunos de ellos. Desde el punto de vista sicológico el suicidio ha sido estudiado a dos niveles, social (colectivo) e individual, con resultados bastante dispares.  Al nivel social es claro que la tasa de suicidios para cada nación es más o menos constante o experimenta pequeñas fluctuaciones, siendo raro que supere el tope de los 40 casos por cada 100.000 habitantes; por el contrario, a nivel individual tanto los intentos de suicidio como los suicidios consumados son más difíciles de predecir. El modelo más exitoso es el modelo siquiátrico de predisposición-estrés (modelo diátesis-estrés), que señala que ambos factores – la predisposición y el estrés – actuando por separado o interactuando juntos potencian la conducta suicida: las personas que tienen esta predisposición descubrirán factores estresantes más fácilmente y a su vez estos factores estresantes seguramente tendrán mayores efectos sobre personas que tienen la predisposición suicida. En el contexto de los factores que predisponen hacia el suicidio A. F. Henry y J. F. Short elaboraron en 1954 una teoría basada tanto en el sicoanálisis como en la hipótesis frustración – agresión. Según esta propuesta la primera reacción ante una frustración es siempre una agresión hacia otra persona, pero esa primera reacción puede inhibirse y transformarse en una autoagresión (agresión hacia uno mismo) dependiendo de la presencia y fuerza de restricciones externas sobre nuestro comportamiento. Cuando esas restricciones son rígidas e impuestas por otros o son obra de otras personas, entonces la frustración culpará a esos otros y la agresión se dirigirá hacia esas personas. Pero cuando esas restricciones externas son débiles entonces el yo no tendrá a extraños a quienes culpar de su frustración y la agresión se dirigirá hacia adentro, se internalizará. La teoría de Henry y Short hace predicciones interesantes, por ejemplo, en ambientes del tipo opresor – oprimido. En un sistema así el oprimido tendrá todos los estímulos para identificar su frustración con respecto a los opresores, lo que llevará a respuestas agresivas hacia los otros, eventualmente al homicidio. En cambio el opresor, como privilegiado en la sociedad, no puede culpar a otros por sus frustraciones y tenderá a la depresión y potencialmente a agredirse a sí mismo, es decir, al suicidio.

En el campo de la investigación del suicidio a nivel social es sabido que la primera teoría científica sobre la tasa social de suicidio fue la del francés Emile Durkheim, publicada en su estudio del tema, “Le Suicide”, en 1897. En esa obra Durkheim proponía dos categorías sociales como fundamentales para explicar la tasa social de suicidio: la integración social y la regulación social. La integración social es el grado en el cual los integrantes de la sociedad están unidos a través de redes sociales; la regulación social es el grado en el cual los deseos y el comportamiento de los miembros de la sociedad están restringidos por normas y costumbres sociales. Si bien la propuesta de Durkheim ha tenido partidarios y detractores y ha sido revisada y modificada a lo largo de más de cien años, permanece la noción básica de que la fuerza/debilidad de nuestros lazos sociales (familiares, amistades, grupos de referencia) así como la fuerza/debilidad de las normas sociales están directamente relacionados con la tasa de suicidios al nivel social.   


Los profesionales de la sicología, la siquiatría y la sociología siguen estudiando el comportamiento suicida y elaborando nuevas teorías para responder a un evento para nosotros tan perturbador como es el suicidio, en la esperanza de que se podrá recuperar a esas personas y prevenir el acto suicida. Un experto comentaba hace algunos años en un artículo: “La publicidad dada a los suicidios, especialmente suicidios de celebridades, ha demostrado llevar a un incremento en la tasa de suicidios en los pocos días siguientes, especialmente entre aquellos de la misma edad y sexo de la celebridad. El suicidio entre pares puede tener un efecto contagioso, precipitando comportamientos suicidas en aquellos con las características que predisponen al individuo al suicidio”. Es de esperar que la muerte de Robin Williams no sea objeto de esa clase de imitación. Es de esperar asimismo que podamos prevenir y ayudar a su vez a las víctimas y a sus familias.

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