¿Sabía usted que el primer servicio religioso online se llevó a cabo con motivo de la tragedia del transbordador Challenger en enero de 1986 que mató a sus siete tripulantes? Internet es sin duda uno de los mayores fenómenos de la vida actual y al mismo tiempo una frontera, a la vez real e imaginaria, que distingue de manera absoluta nuestro mundo del de las generaciones que nos precedieron. Para cualquier persona es casi impensado alcanzar el pleno disfrute de los beneficios de la vida moderna sin estar “conectado”. En educación, salud, trabajo y entretención, por nombrar algunas áreas, nuestras mejores posibilidades están a un “click” de distancia.
Lo que subyace a esta realidad
es el increíble desarrollo de nuevas tecnologías, agrupadas bajo la rúbrica
común de “tecnología digital”, que han revolucionado la forma en que nos
comunicamos. La telefonía, la televisión, la radio y el cine han visto el
impacto de este desarrollo. Filósofos, intelectuales e investigadores nos
advierten que esa conexión no es gratis, no es neutra: afecta la manera en que las
personas se desarrollan personal, social y culturalmente. El impacto es tan
profundo que altera incluso la forma en que usamos el lenguaje.
En el mundo offline, dominado
por las economías de escala de la producción masiva para un público de masas,
como ocurría hasta el siglo XX, sólo los más fuertes, con generosos
presupuestos de marketing y enormes departamentos de comunicaciones, podían
darse el lujo de invertir para enviar su mensaje a las grandes audiencias. Pero
la irrupción de la tecnología digital, de Internet y las redes sociales, cambió
completamente el panorama. En el nuevo mundo de la cibercultura los chicos
pueden competir con los grandes, de hecho los chicos ahora pueden ser
competitivos a un nivel local y global. No son pocos los ejemplos de
veinteañeros, recién salidos de la adolescencia, que tienen sus canales online
donde suman decenas y cientos de miles de seguidores. Y es que la red hace
posible lo que hace un par de décadas habría sonado a fantasía: alcanzar a
grandes audiencias a un costo ínfimo, y en muchos casos enteramente gratis.
Para el mundo evangélico, una minoría en Latinoamérica y en Chile, esas son
buenas noticias. Claro que no todo lo que brilla en la red es oro: como en otros
órdenes de la vida, en Internet se reproduce lo mejor y lo peor del ser humano.
Para bien o para mal, las
transformaciones de esta nueva civilización han llegado para quedarse, no hay
vuelta atrás, cuestión que supone un nuevo desafío para la Iglesia. Si el futuro
de la Iglesia
está en la juventud, entonces es tiempo de ocuparse de lo que está pasando en
la red. Todos los datos confirman que los jóvenes, incluso los niños, pasan
gran parte del día conectados a la red y consumiendo lo que ésta les ofrece. En
el lenguaje de los expertos son nativos digitales, personas que “nacieron”
conectadas. Por otro lado, las congregaciones evangélicas maduras enfrentan el
problema de la “brecha digital” o de la dificultad para extraer el máximo uso
posible de la red, sobre todo de sus integrantes de mayor edad, mucho menos
versados en las nuevas tecnologías.
Si Internet en general y las
redes sociales en particular ofrecen oportunidades y desafíos para comunicarse
a audiencias que antes nos parecería muy difícil y costoso alcanzar, ¿están los
evangélicos haciendo un buen uso de estas herramientas? ¿Aprovechan las
iglesias el uso de las redes sociales para potenciar su mensaje en jóvenes y
adolescentes? ¿Se han incorporado estas nuevas herramientas gratuitas al
servicio de los procesos de capacitación y educación de la población
evangélica? ¿Usan las congregaciones, sus profesionales y estudiantes, las
redes sociales para extender aún más el mensaje de la iglesia? ¿Incluye la
planificación de la iglesia local a las redes sociales como parte de sus medios
de comunicación y difusión de sus mensajes? ¿Aprovecha la iglesia local el uso
de las redes sociales para interactuar con la comunidad civil en la que está inserta?
Muchas preguntas, pocas
respuestas. Para ayudar en esta línea es que está disponible para el público evangélico
un curso que pretende poner al día el potencial de las redes sociales a través
de una secuencia simple y directa, como se indica en el siguiente detalle.
LA IGLESIA EN INTERNET: COMUNICANDO EL
MENSAJE EN LAS REDES SOCIALES
PROGRAMA DEL CURSO
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Unidad
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Tema
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Contenido
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1
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Introducción: Redes Sociales,
Tecnología y Cibercultura
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Revisión histórica del
surgimiento de Internet, las redes sociales y en especial de la cibercultura
y su relación con la religión
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2
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Lecciones del Marketing
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El aprendizaje del marketing
en las últimas décadas sobre el comportamiento humano en Internet y la
relación entre personas y tecnología. Estudio de casos.
|
3
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Comunicación Online
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Estudio de las comunicaciones
online, en qué se parecen y en qué se distinguen de las comunicaciones
offline. Metodología y estrategia de una comunicación efectiva en Internet.
|
4
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Herramientas Sociales: el Blog
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El blog como herramienta
social, su uso e impacto en el mundo virtual (comercio, industria, educación,
política). Metodologías, estrategias y ejemplos. Construcción de comunidades
virtuales.
|
5
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Herramientas Sociales: el
E-mail
|
El e-mail como herramienta de
comunicación social. Diseño de campañas de comunicación online. Recursos en
Internet.
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6
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Plan de Redes Sociales
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Construcción de una estrategia
de comunicación usando las redes sociales. Objetivos, Etapas, Controles.
|
7
|
Ética y Redes Sociales
|
Los problemas éticos en el uso
de las redes sociales. Análisis crítico de la cibercultura y desafíos para un
enfoque y comunicación cristiana.
|
Las lecciones las recibirá por correo electrónico en formato de presentación power point, una por mes, de modo que tenga tiempo para resolver el cuestionario que acompaña a cada unidad. El valor de cada unidad es $ 7.000 si está en Chile o de US$ 9 si está fuera de Chile. Si desea inscribirse descargue
el Formulario de Inscripción (ver barra derecha), llénelo y envíelo a:
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