martes, 24 de marzo de 2015

Reflexiones sobre Pi




Los medios, siempre hambrientos de titulares diferentes que capturen la atención del lector, nos recordaban en estos días sobre pi, ese viejo símbolo matemático que dejamos olvidado en nuestros días de escuela o de universidad. El recuerdo era antojadizo, a propósito de la coincidencia puramente numérica entre el valor de pi y una fecha del calendario. Como es sabido, el valor de la constante es pi = 3.141593… Tratándose de un número irracional, los autores de la noticia lo acortaron a 3.1415 y de ahí la coincidencia con la fecha:

3: el mes de marzo
14: el 14 de marzo
15: del año 2015

Precisamente el pasado sábado 14 de marzo se producía la mentada coincidencia entre pi y el calendario. Aunque la noticia no pasaba de ser una distracción miscelánea para entretenerse un rato, el dato curioso bien nos puede servir de excusa para volver a poner nuestra atención en la larga y casi incombustible obsesión por jugar con los números y extraer de esos juegos conclusiones metafísicas. ¿Reflexiones metafísicas sobre pi? Un pequeño vistazo a lo que la curiosidad y la imaginación humana pueden hacer cuando se mezclan los números con la Biblia lo podemos encontrar en el libro del Génesis, cuestión a la que nos volcaremos en lo que sigue.

Por siglos, o mejor por milenios, los judíos, o algunos grupos dentro del judaísmo, se entregaron a especulaciones sobre los significados de los números y de las letras del alfabeto hebreo. Con el tiempo esas especulaciones y enseñanzas crecieron de tal manera que formaron una tradición por sí misma dentro del judaísmo, tradición que se conoce generalmente como cábala. Hoy en día este antiguo término hebreo ha tenido tal difusión que por lo general resulta muy difícil sino imposible precisar su significado. Cábala puede significar cosas “positivas”, como misticismo, magia, espiritualidad, gnosticismo; o bien cosas “negativas”, como secreto, oscuro, irracionalidad o superstición. Como consigna un autor, “ningún otro término o concepto judío post bíblico ha sido universalizado de una manera similar”. En términos estrictamente históricos la palabra cábala designa una tradición que nació en el judaísmo hacia el siglo XII o XIII – en plena Edad Media – de corte esotérico o de saberes secretos, compartidos por los principales maestros judíos y sus discípulos. Aproximadamente desde el siglo XVI en adelante se incrementó cada vez más el carácter mágico de la cábala judía.

Como lo adelantábamos, uno de los aspectos más llamativos de la cábala es el juego con los significados numéricos de las letras del alfabeto hebreo. La asignación de valores numéricos a las letras del alfabeto es un proceso que se estima tuvo lugar en los doscientos años que antecedieron a la era cristiana. Luego, a lo largo de los siglos, los expertos judíos versados en estas materias se entregaron a calcular y revisar las distintas sumas y restas si agregamos o sacamos letras y los resultados que esto tenía en el “valor” de las palabras. Este tipo de ejercicios es lo que nos lleva directo al encuentro de pi en las enseñanzas de los cabalistas judíos. Veamos cómo opera.

El nombre divino par excellence en la Biblia es el Tetragramaton (Tetragrama divino), Elohim, el Dios de Israel. El valor numérico del Tetragramaton es como sigue:





Como muestra la figura anterior el nombre divino, Elohim, se compone de cinco letras, las que sumadas nos dan el valor numérico del mismo, 86 (= 40+10+5+30+1). La gematría, el nombre de este juego de asignación de valores numéricos a las palabras, era practicada por distintos pueblos de la antigüedad y los místicos judíos no se quedaban atrás en esta materia. Pero la creatividad de algunos cabalistas medievales nos recuerda que estos juegos pueden ser interminables. En algún instante alguien se preguntó qué pasaría si hacemos abstracción de las decenas y nos quedamos simplemente con los dígitos de la suma anterior – 4, 1, 5, 3, 1 – y los reordenamos según una secuencia determinada:







La flecha roja indica la secuencia arbitraria de lectura y el resultado que ésta nos da es: ¡3.1415! Voilá, nuestro ejercicio numérico sobre el tetragrama divino da como resultado nada menos que el valor (abreviado) de la constante pi = 3.1415. Pero esto no es todo. Si hacemos un esfuerzo y recordamos nuestras clases de la escuela, tenemos que la mejor aproximación fraccionaria del valor de pi está dado por la expresión 22/7 (es una aproximación, pues 22/7 = 3.1428…). ¿Qué significa todo esto en términos cabalísticos? Dado que el tetragrama divino – el nombre Elohim – equivale a la constante pi, esta última representa a Dios. Si repasamos ahora el texto del Génesis (los cabalistas jugaban con números y con el texto bíblico):

En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Génesis 1:1

Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo”. Génesis 2:1-2

Finalmente, entonces, tenemos que Dios (Elohim, el símbolo pi), creó el universo en siete días. Pero, otra vez, como 22/7 es una aproximación de pi, tenemos que:

7 * pi  = 22

Para los cabalistas todo encaja. En siete días se despliega la obra creadora de Dios (7 * pi) y el resultado es la creación, o en este caso 22. Por supuesto, el 22 no es otra cosa que el resumen de las 22 letras del alfabeto hebreo, pues para los cabalistas las 22 letras representan los elementos fundamentales de la ceración divina.

Huelga decir que este sencillo ejemplo deja de manifiesto la manera arbitraria, por decir lo menos, que emplean los cabalistas para desvelar y sostener la existencia de supuestos significados ocultos, místicos, o en este caso numéricos o numerológicos, que estarían encerrados en la Palabra de Dios. Que esta antojadiza manera de proceder todavía encuentre entusiastas seguidores en nuestros días (varios siglos después del comienzo de la cábala) es una prueba indudable de la atracción humana por lo esotérico y lo oculto.

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