martes, 21 de diciembre de 2010

Las estrelladas noches navideñas

En nuestro artículo anterior reflexionábamos sobre las historias y el enigma que rodea a la famosa estrella de Belén, uno de los protagonistas de la historia evangélica del nacimiento de Jesús. Ahora dedicaremos un tiempo a relajarnos contemplando las noches estrelladas de esta navidad, procurando comparar nuestra vista nocturna actual versus la que pudieron haber tenido los habitantes de Jerusalén hace dos mil años. En el ejercicio que sigue nuestro puesto de observación será Santiago, la capital chilena. Para cualquier otra ubicación el lector puede escribirnos para que le hagamos llegar una descripción adaptada a su locación, aún cuando en Chile al menos las características de observación no variarán sustancialmente en la zona central del país.

Si nuestra ubicación fuera Jerusalén, en el hemisferio norte, los magos deben haber mirado hacia el sur, que es por donde vemos la ruta que siguen el sol, la luna y los planetas, ruta que se conoce en el lenguaje técnico como eclíptica. Como nos hallamos en el hemisferio sur, la situación aquí es a la inversa, es decir, debemos mirar hacia el norte. La noche de navidad, mirando hacia el norte, hacia las 21:30 horas veremos al planeta Júpiter reinando en los cielos nocturnos.


Si quisiéramos incorporar la imaginería de las constelaciones, entonces apreciaríamos la posición de Júpiter en la constelación de Piscis, tal como se ve en la imagen siguiente.



Notar que debajo de Júpiter está Piscis y debajo de ésta se haya la constelación de Pegaso o el cuadrado de Pegaso, claramente distinguible por su distintiva forma geométrica. Es importante recordar que las constelaciones son solamente imágenes superpuestas que la mente humana ha identificado en el cielo, facilitando así la identificación de las estrellas, al asociarlas a determinadas “figuras”; por consiguiente, las constelaciones son sólo un recurso ficticio, que no tienen existencia en la vida real, no existen físicamente “allá afuera”. Esta es una diferencia cualitativa fundamental entre nosotros y los pueblos de la antigüedad, que imaginaban que estas figuras sí correspondían a entidades reales. El uso histórico ha mantenido el recurso a usar las constelaciones, aunque sepamos nosotros que son sólo imaginarias; por lo demás es la forma más fácil de identificar o discriminar entre distintas estrellas en una noche cualquiera, de otro modo sería muy difícil hacer un seguimiento visual elemental de los cuerpos celestes. Así, cuando decimos que Júpiter está en Piscis, el observador tiene más claro dónde buscar al planeta rey: en la región del cielo que corresponde a tal constelación. Cabe recordar que hacia el año 3 a. C. y 2 a. C. Júpiter se hallaba en la constelación de Leo, el león. Como la órbita de Júpiter se haya más lejos del sol y al gran planeta le toma doce años terrestres dar una vuelta en torno al sol, entonces tenemos que Júpiter permanece aproximadamente un año en cada constelación del zodiaco. Es decir, en 2011 veremos esta misma imagen pero con Júpiter en Aries, en 2012 Júpiter estará en Tauro, en 2013 en Géminis, en 2014 en Cáncer y en 2015 estará en Leo; así que habrá que esperar hasta el 2015 para ver una escena como la que se registró en los cielos de Jerusalén hacia el nacimiento de Cristo, con Júpiter cerca de Regulus, la estrella principal de Leo.

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