sábado, 30 de abril de 2011

De Cassini a Cassini




La sonda espacial Cassini, lanzada en octubre de 1997 para explorar el planeta Saturno y sus lunas, recibió este nombre en honor al célebre astrónomo italiano Giovanni Cassini. La sonda se encuentra muy próxima a Titán, uno de los principales satélites naturales de Saturno y objeto de gran interés para los científicos, esperándose que alcanze ese objetivo el próximo 8 de mayo, en apenas unos días más.

La vida y actividad profesional del notable astrónomo italiano Giovanni Cassini (1625-1712) está marcada por importantes descubrimientos y aportes al saber astronómico del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, pero también por su curiosa postura con respecto a un problema central que se desarrollaba por entonces en Europa: el problema cosmológico o el del “sistema del mundo”, para usar la terminología de la época. La cuestión la había gatillado Copérnico un siglo antes con la teoría heliocéntrica y había alcanzado una formulación mejorada en los trabajos de Kepler, a comienzos de 1600, cuando presentó la geometría elíptica para describir los movimientos planetarios. La reacción de las autoridades católicas fue inicialmente lenta, pero tan pronto captaron el mensaje copernicano lo condenaron categóricamente en 1616, lo que constituyó una doble condena: condena a la afirmación de que el sol está en reposo y a la idea de que la tierra se mueve. Según el Tribunal del Santo Oficio (la Inquisición) estas ideas eran contrarias a las escrituras y a la filosofía (aristotélica). A esta primera condena seguiría otra tanto o más recordada que la anterior, cuando en 1633 otro juicio inquisitorial condenaba a Galileo por enseñar el copernicanismo. Tal como estaban las cosas en Europa, estas decisiones de la máxima jerarquía católica proscribían la nueva astronomía de los territorios católicos, mientras que en países protestantes proseguía la discusión en torno a la teoría de Copérnico. La verdad es que por entonces había varios “sistemas” en competencia: el ptolemaico, el ticónico, el copernicano y la nueva teoría cartesiana. Cassini, quien para la segunda mitad del siglo XVII se había transformado en el principal astrónomo italiano, debió lidiar muchas veces con esta espinosa cuestión, tema astronómico de primera prioridad. ¿Cómo respondió Cassini a esta discusión?

Las condenas oficiales de la curia romana contra Copérnico y Galileo habían obligado a los astrónomos y matemáticos católicos a descartar el heliocentrismo, pero ya en 1685 incluso entre los jesuitas surgían voces que reconocían que el tema debía ser revisado. Como los astrónomos debían resolver problemas de cálculo matemático para asegurar efemérides y calendarios, necesitaban usar las condenadas elipses keplerianas del sistema copernicano. ¿Cómo hacerlo? El subterfugio usado era recurrir a la ficción. Se pretendía mejorar el juicio de la Inquisición y “corregir” a Copérnico. En los años 1720, mientras un autor adujera estar hablando hipotéticamente y afirmara respetar los juicios de la Inquisición, tenía campo abierto para escribir con bastante libertad. Además, el recurso de apoyarse en Tycho Brahe habría una ventana especiosa para mezclar geocentrismo con copernicanismo. Como sea, se hallaban formas de usar disimuladamente la teoría copernicana y las elipses de Kepler. Pero la enseñanza de una cosmología oficial, esto es, validada por Roma, seguía siendo un asunto complicado. La costumbre llevó a los matemáticos a excusarse aduciendo que ellos no eran filósofos, pues sólo usaban hipótesis de cálculo, no teorías físicas.

La participación de Cassini en la controversia no puede ser más curiosa. Cuando niño había sido educado por los jesuitas de Génova y gracias a la ayuda de ellos entró al servicio del marqués de Malvasia en Bolonia, donde sus dotes de matemático fueron muy bien reconocidas. Aunque inicialmente se había sentido atraído hacia la astrología y los cálculos de horóscopos, pronto abjuró de estas prácticas y se centró en la ciencia astronómica, en ese entonces materia de matemáticos. Su gran habilidad experimental y en el terreno de las mediciones y observaciones de planetas y cometas le valieron ser llamado nada menos que por el mismísimo Luís XIV, el rey Sol, para que se hiciera cargo del Observatorio de París, integrándose luego a la Academia de Ciencias francesa. Como notable observador, Cassini descubrió la rotación de Júpiter en 1664, descubrió cuatro nuevas lunas de Saturno entre 1671 y 1684 y en 1686 comprobó que los satélites de Saturno se ajustaban a las leyes de Kepler, dos observaciones que fueron vistas en Londres y en otras capitales europeas como comprobaciones del sistema copernicano.


Curiosamente Cassini permaneció hasta el final de sus días como un defensor del sistema geocéntrico. Presumiblemente su lealtad al Papado y a su primera formación jesuita le impidieron conceptualmente aceptar las nuevas ideas de Copérnico y la geometría de Kepler como una explicación del movimiento planetario. También es posible que este compromiso personal con la postura oficial católica haya estado detrás de su rechazo hacia las explicaciones newtonianas del movimiento celeste. Al final, es muy probable que las condenas pontificias contra Copérnico y Galileo jugaran un papel determinante en que este destacado observador del cielo no haya podido ir más allá de los descubrimientos observacionales, hacia una consolidación teórica que estaba fuera de su marco de creencias católicas.

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